Así empezó la historia de La Lombriz Feliz, un centro de producción de abono orgánico ubicado en el distrito limeño de San Juan de Lurigancho. Su actual directora, Mary Nieto, participa en esta iniciativa desde hace 26 años. Ella recuerda que la idea de convertir los desperdicios orgánicos en abono, para dar solución al problema de la basura surgió en una parroquia de la zona.
En la actualidad el centro funciona con la activa participación de un equipo de 11 personas, siete de las cuales son mujeres. Este equipo, apoyado por las vecinas y vecinos que trabajan por días o por horas durante la semana, llega a procesar al mes cerca de 5 toneladas de basura orgánica, la cual es recolectada en los mercados y por las familias de la zona.
Andrea Cabrera, socia fundadora de La Lombriz Feliz, es responsable de la producción del abono. En un breve recorrido por las instalaciones, indica que, además de realizar la producción de compost y las camas de lombrices, La Lombriz Feliz tiene un productivo huerto más un espacio para la crianza de cuyes. Los ingresos del centro proceden mayormente de la venta local del abono y de los animalitos que crían.
De la basura al abono: descubre todo el proceso
Hay familias quienes, gracias al manejo adecuado de sus residuos, bajaron la cantidad de basura a un volumen menor al diez por ciento de lo que botaban antes.
Vecinos y vecinas comprometidos
Cuando se inició la experiencia, se enseñó a las familias a separar la basura de sus casas, la que consiste básicamente en residuos orgánicos sólidos, residuos reciclables y residuos no útiles. Fueron más de 400 familias que cambiaron sus hábitos.
En el 2012, la municipalidad de San Juan de Lurigancho pone en funcionamiento el servicio público de recolección de basura, pero «lamentablemente no ha sido posible convencer a las autoridades para aplicar el concepto de separación de los residuos”, dice Mary con un poco de tristeza.
Hasta la fecha, muchas familias mantienen la costumbre de traer su basura orgánica al centro de La Lombriz Feliz, «en su camino al mercado o trabajo pasan por el centro para dejar sus residuos orgánicos. El portón de entrada del centro queda abierto durante el día y facilita la entrega», nos cuenta entusiasmada Andrea.
Ahora estamos acostumbrados a clasificar [la basura], y lo llevamos allá dos veces a la semana. A veces el recolector de la municipalidad demora hasta una semana, es más fácil llevar [la basura] a La Lombriz Feliz. Así, evitamos el mal olor.
Para las socias de La Lombriz Feliz, no todo ha sido fácil. «Si hemos sobrevivido hasta ahora, a pesar de las dificultades, es por el compromiso de un pequeño grupo de personas, que han seguido [con el proyecto], con o sin sueldo», dice Mary.
Es fascinante ver cómo, a partir del empuje de algunas personas que querían cambiar una realidad, ha nacido todo un circuito de re-utilización, permitiendo un entorno más saludable junto a la generación de empleo. Mary y Andrea pueden estar orgullosas de los beneficios que ha logrado traer La Lombriz Feliz a su comunidad.
Una mirada a las acciones de La Lombriz Feliz
- Producción y venta de abono de lombrices y de compost a partir de residuos orgánicos del mercado y de los habitantes.
- Producción y venta de hortalizas, crianza y venta de cuyes.
- Visitas guiadas para escolares y universidades, talleres de compostaje.
- Capacitación a familias compostaje casero.
- Voluntariados para estudiantes.