Arminda cuenta cómo hace años un grupo de mujeres de una decena de comunidades de Bellavista, San Martín, se lanzó en una nueva aventura: aprender a fabricar prendas. Al vender el fruto de su trabajo, se abrió una oportunidad nueva para ellas, generar sus propios ingresos para el hogar y empoderarse.
En la pequeña comunidad de La Unión, Teresa Izquierdo es la vicepresidenta de la organización de mujeres emprendedoras. «Empezamos a organizarnos en 2012. Las hermanas nos aconsejaron organizarnos en asociación para tener más fuerza y poder trabajar con la municipalidad», sostuvo.
Hemos tenido que luchar duro. Al inicio mi esposo no quería que participara en los talleres. Me decía '¿Quién va a hacer la comida, lavar los platos?' Pero yo le decía que salía para aprender, que nosotras también queremos aportar a la sociedad.
Arminda, una de las profesoras de costura, cuenta cómo algo ha cambiado en sus vidas desde el inicio de esta aventura: “Siempre me ha gustado la costura pero antes no salía. Tenía mis niños, vivía sumisa a mi marido. Cuando empecé a venir al taller, empecé a soltarme. A ganar mi platita, a enseñar. Ahora me siento más dueña de mí misma”. Su colega Lili concluye: “Una de mis ex alumnas ahora tiene su taller de costura en Tarapoto, hace prendas, vive de eso. ¡Eso me hace sentir orgullosa!”.