El pasado 10 y 11 de abril, se llevó a cabo el XI Congreso Provincial de Mujeres “Tayta Hugo Blanco llaqtamanta yuyayninta warmikuna kallpachasun» en el distrito de Paruro en Cusco. El evento, celebrado en el distrito de Huanoquite, contó con la participación de alrededor de 800 mujeres representantes de los 9 distritos de la provincia de Paruro, así como delegaciones de otras provincias invitadas de la región Cusco como Acomayo, Espinar, Chumbivilcas, Canchis, Quispicanchis y Paucartambo.
El propósito central del congreso fue consolidar la organización de las mujeres de Paruro en los ámbitos políticos, sociales y económicos, con el objetivo de avanzar hacia una verdadera igualdad con justicia, en línea con la histórica lucha de las mujeres. La iniciativa fue organizada por la Asociación Provincial de Organizaciones de Mujeres Warmikuna T’ikarirsun de la Provincia de Paruro, en colaboración con la Municipalidad Distrital de Huanoquite y la organización de Mujeres Munay tika.
El congreso contó con la participación de la coordinadora nacional de MOCICC, Micaela Guillen. Durante su participación abordó la problemática del cambio climático y su impacto diferenciado en las mujeres, resaltando cómo la escasez de recursos, como el agua, duplica la carga laboral en los hogares dirigida a su obtención, y dificulta la producción de alimentos y el cuidado de los hijos e hijas. Además, la variación de la temperatura y la frecuencia de enfermedades relacionadas con el clima afectan directamente a los niños y niñas, incrementando la carga de cuidado de las mujeres en los hogares.
Asimismo, Guillen resaltó la responsabilidad de los países del norte global en la crisis climática, señalando que son los principales contaminadores, sin embargo, los principales afectados son los territorios y poblaciones del sur. Además, los territorios del sur deben incrementar su deuda externa para poder afrontar los efectos de los fenómenos climáticos en sus territorios, a través de proyectos de desarrollo e infraestructura.
Sin embargo, advirtió sobre el incremento de políticas extractivistas que, en busca de generar ingresos para saldar la deuda externa, generan deterioro ambiental, conflictos sociales y afectan directamente a la población. El incremento de estas actividades, además, pone en riesgo las fuentes de agua, que son un recurso especialmente vulnerable en un contexto de estrés hídrico debido al cambio climático y que agudiza la vulnerabilidad de las mujeres.
Finalmente, hizo un llamado a la generación de alternativas de transición hacia modelos económicos sostenibles que garanticen la seguridad y soberanía alimentaria de la población, haciendo un llamado a construir con las demandas y propuestas elaboradas por las mujeres desde los territorios para asegurar una vida digna.