Los productos de diferentes regiones son expuestos en el Parque de la Exposición.
Edi Alvarez
Llegaron de diferentes partes de nuestro país. Pero no vinieron solos, ellos cargaron consigo un poco de su pueblo. Sí, trajeron los productos que extraen de las tierras que hoy sufren de alguna manera los efectos del cambio climático, pero ello no afecta sus ganas de seguir cultivándola.
Nos muestran sus productos en varios stands colocados alrededor de la pileta principal del Parque de la Exposición. Cada módulo tiene un letrero que dice “Frutos de la tierra”. En estos stands hay entre cuatro a siete espacios divididos para cada agricultor o artesano, que aunque es un tanto reducido, es suficiente para que puedan mostrar y vender los nutritivos, sabrosos y curativos productos de nuestra costa, sierra y selva.
Son los agricultores ecológicos y artistas indígenas de diferentes partes de la región que participan de la Cumbre de los Pueblos. Sus productos se exponen desde el stand tres hasta el stand nueve. En total son diez módulos instalados.
Empiezo el recorrido por el lado diestro. En los dos primeros están las organizaciones que vinieron de otros países. Una de ellas es el colectivo “Sembrando ando” de Colombia que muestran fotografías, cuadros de tela con diseños, pulseras de las diferentes campañas que realizaron los colectivos.
Observo las fotografías, las pulseras. Continúo el periplo. En el stand tres están los productores de algarrobo y miel de abeja. Ellos son de Piura. Avanzo. Un hombre delgado que gira la palanca de una máquina me da la bienvenida al cuarto módulo. Me acerco. Varios visitantes extranjeros y nacionales observan el objeto. Es una máquina artesanal de helados. El hombre que lo maneja es Roger Choque, de Puno. Él me cuenta que la máquina tiene más de 100 años de antigüedad y que con ella hace helados de quinua. Por cierto, deliciosos y nutritivos. Si a usted no le gusta la quinua como grano, seguro consumirla de esta forma le encantará.
Continúo el camino. Me acompaña un fondo musical andino. En los siguientes puestos hay más productores ecológicos. Huánuco se hace presente con sus papas nativas, unos tubérculos pequeños algo deformes y que tienen el corazón de color azul – morado que lo diferencia de las otras.
Victoriano Fernández, representante, me comenta de que esas bellas papas, así como otros alimentos se siembran ecológicamente, es decir, sin pesticidas ni químicos, solo usan abono orgánico.
Así como Huánuco, en otros módulos, está Cusco con la sal rosada; Jauja con los panes de trigos, de maíz morado, de papa; De Ucayali, los ajíes como la charapita, chiquita pero poderosa, prueba uno y le hará llorar de lo mucho que pica. De Huancayo, productos hechos a base de maca, linaza, oca, mashua; Cajamarca trajo los alfajores de harina de trigo con mermelada de chirimoya y panela, Miel de caña, el queso mantecoso, crema de café y otros productos más.
A partir del puesto diez Áncash exhibe sus artesanías en forma de tazas de barro y canastas de carrizo. En la sección de Loreto desfilan canastas, mariposas de colores hechas de fibra de Chambira. A un costado, El departamento de San Martín ofrece al público nacional y extranjero, sombreros y canastas cuyo material es la paja Bombonaje. Estos productos captan la atención de los visitantes por el diseño y color armonioso.
Algo cansada llego al último puesto y sobre el piso frente al stand esta una pintura hecha de material reciclable, cuyo significado no entiendo a primera vista. De pronto Jhon Uschagua, responsable del arte, me dice que lo vea de otro ángulo. Lo hago. Logró captar entonces el significado del dibujo. Es un trabajo en 3D. Se ve en él a tres hombres mineros tratando de escapar de debajo de la tierra donde todo está contaminado. Jhon me explica entonces que su trabajo refleja la problemática de Cerro de Pasco, donde la minería ha contaminado sus tierras, sus aguas, sus animales y a ellos mismos.
Termino mi recorrido. Me detengo un momento a la entrada de la feria. Observo todo a mi alrededor. Pienso. Una alegría invade mi ser al haber observado la diversidad de productos que hay en nuestro país. De pronto, la alegría desaparece y la preocupación se adueña de mí. Me pregunto ¿Qué estoy haciendo para contribuir al cuidado del medio ambiente? Los efectos del cambio climático en menor o mayor escala se están sintiendo en nuestro país y en el mundo, sino le hacemos frente, todo lo bonito y rico que nos ofrece la tierra será historia.