El 21 de marzo, el Movimiento Ciudadano frente al Cambio Climático (MOCICC) participó en el Diálogo Social «¿Qué significa la Transición Energética Justa para el Perú?». En este evento, Augusto Duran, Coordinador regional para el Tratado de No Profileración de Combustibles Fósiles desde MOCICC, remarcó la importancia de incluir las luchas sociales y de derechos humanos dentro del debate sobre transición energética. Este llamado es esencial debido a los pasivos que los combustibles fósiles han dejado en las poblaciones y territorios desde el inicio de su explotación.
Durante el diálogo, Duran compartió la perspectiva de transición energética de MOCICC con representantes de organizaciones sociales e instituciones de la sociedad civil, subrayando la importancia de que esta transición no solo debe ser justa, sino también popular. Para ello, es necesario promover un cambio estructural a corto, mediano y largo plazo en los sistemas energéticos, reemplazando los combustibles fósiles, responsables del 86% de las emisiones de gases de efecto invernadero, por fuentes de energía que no generen ni exporten emisiones.
«Los modelos actuales de transición energética replican el modelo hegemónico, respondiendo a la visión de desarrollo del norte global, con una mirada y lógica colonialista hacia las poblaciones y territorios del sur. Siguiendo esta tendencia, estos modelos incrementan la desigualdad y se hacen de un modo impositivo, sin responder a las dinámicas territoriales», enfatizó Augusto Duran.
Propuesta de una Transición Energética con Justicia y Participación Popular
Por ello, desde MOCICC se considera fundamental llevar a cabo una transición energética con un enfoque justo y popular, priorizando las necesidades y el bienestar de la población por encima de las ganancias de las grandes industrias y grupos económicos. Para lograrlo, es crucial enfatizar cómo debe desarrollarse este nuevo modelo de transición.
El MOCICC está convencido de que la transición energética debe ser un proceso integral que abarque el derecho a la energía, la promoción de nuevos modelos de generación con participación democrática en la toma de decisiones y el respeto a la soberanía de las poblaciones locales. De esta manera, se busca no solo impulsar oportunidades de trabajo digno en los territorios donde se produce la energía, sino también asegurar que estos procesos contribuyan al bienestar y desarrollo sostenible de las comunidades involucradas.